José Romero
(España)
Es natural de Huelva, afincado en Quart de Poblet.(Valencia). Estudio arte Dramático, Marketing y
Teología.
- Llantos y alegrías del Corazón 2013 su primer poemario
- Palabra Quebrada segundo poemario publicado 2014
- En la Venas tercer poemario en 2018
- Tres cuartos cuarto poemario den 2019
Sus poemas están en más de cuarenta antologías nacionales e internacionales y coordinador de quince de
ellas.
Profesor de teatro. Trabajó en los medios de comunicación de Huelva, radio prensa y televisión más de veinte
años.
Como poeta recorre el territorio español participando de los eventos literarios a los que se les invitan En la
dirección
del grupo literario organiza durante el año unos 15 eventos poéticos con entrada libre, la paz, la mujer, el libro,
la
familia, la violencia de género, etc., en total lleva en su trayectoria más de 140 eventos literarios y
solidarios.
Compagina su actividad de dirección del grupo literario con talleres gratuitos de poesía para colegios..
Es presidente y fundador de la Asociación Cultural la Platea en Quart de Poblet (Valencia) desde 2013
Pertenece al consejo cultural municipal de Quart de Poblet ( Valencia )
Cónsul para Valencia por el Movimiento de Poetas del Mundo.
Socio del Ateneo Blasco Ibáñez y miembro de Escritores Pro-Derechos Humanos. Colabora en Radio, recitales, eventos
literarios, conferencias, revistas etc.
Ha presentado y dirigido el programa de televisión en Valencia (Anónimos en la Cultura) 2016/17
Premiado y finalista en diferentes concursos literarios nacionales e internacionales
Ex director para España de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna
Académico de la Academia Española de Las Ciencias, Bellas Artes y Buenas letras
Medalla de oro 2016 entregada por la Fundación Granda Costa al mérito cultural
Mención especial del Movimiento de Poetas del Mundo Ayacucho y la Insignia al Mérito Cultural de la Cámara Municipal
de
Ayacucho (Venezuela)
Fundador del Encuentro Internacional de Poetas Valencia.
Actualmente es Congresista por el Congreso Universal de Escritores para España y el Mundo.
Llueve mientras veo por la ventana como el sonido me deja en mi desierto con un papel en blanco sin nada haciéndome compañía en la inmensidad del tiempo mudo e incapaz de hablarme. Los minutos se alargan con flexibilidad mientras el reloj va dando el sonido que los segundos le producen en su armazón ganando al tiempo una a una sin pausa, las horas que me abrazan junto a la ventana en una tarde de invierno sin sol en el que me acostumbro a tener la compañía del silencio y un papel esperando alegremente que acaricie su inmensidad con mis letras.
Reconquisto cada palmo de mí en el que se encuentra un trozo de ti que se muere lentamente con mi piel y se une a los años de madurez. Lánguidas miradas a la luna con el destello de un espejo plateado refleja el momento que la miro volviéndose rojiza y apagándose en el jardín de estrellas fugaces, donde se cuelgan los pensamientos que se liberan en la oscuridad de la noche. Hay un impacto que desnuda mi mente desnuda mi alma y se marcha sin remordimientos. En esos momentos no puedo salir ni abrir mis ojos a los desaires que me someten o quizás me atosiguen y me estremezca porque la mente deja de funcionar y todo se queda en un vacío lleno de dolencias donde la potencia de la verdad apenas vive y mueren los días abrazándome listo para darme el beso que dejará mis huesos en la tierra, sin que nadie llore o sienta la partida de mi ser. Todo se queda en un reflejo que cada día vemos en el cristal que se rompe con las lágrimas y se oscurecen con el último suspiro.
El bosque que no me deja ver cada paso que pienso que doy mientras veo volar un pájaro al que no distingo el color, pero me deja caer una pluma negra que se clava en mi carne y me hace supurar dolores acumulados. Se me almacenan deseos ingratos que se marchan a galope de un caballo negro sin ojos que se aleja en un camino sin meta visible y una meta bajo la tierra que abre un camino.
Se va arqueando mi cuerpo que se niega a no estar derecho o tener que pasear con un bastón que forme parte de mi cuerpo, como una pierna más desnaturalizada a la que se niegan mis pensamiento s y me crea la duda de la vida atormentando el momento del nacimiento y la hora que se abrieron los ojos a la realidad de la presencia de la muerte.
Los relojes zumban juntos a mis latidos mientras las lágrimas acarician los ataúdes y limpian las penas del muerto que no volverá a sentir nada, ni dolor, tristeza hambre, sed o ganas de amar, así de simple somos, tenerlo todo y pasar un día a nada.
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© José Romero Muñoz, 2020
LIMA - PERÚ
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